El otro día mientras comía surgió un tema sobre la soja y un componente de estos: los fitoestrógenos. Un compañero comentó su asociación con el cáncer (de mama, sobre todo), debido a su actividad estrogénica. Esto ya lo había escuchado y me pregunté de dónde venía este pensamiento y cual era la situación actual sobre los efectos de estas moléculas en la salud.
Si alguna vez has oído algo relacionado, quédate para aprender un poco más sobre estas moléculas y sus efectos. Empezamos.
¿Qué son los fitoestrógenos?
Los fitoestrógenos son moléculas polifenólicas con una estructura muy similiar a las hormonas endógenas humanas (estrógenos) (Figura 1). Según su estructura o su ruta biosintética se pueden clasificar en: cumestanos, isoflavonas, lignanos o estilbenoides. La fuente principal de estos metabolitos secundarios de plantas en la dieta son las leguminosas (en especial la soja), y en menor medida, algunas frutas, verduras y cereales. Aquellos fitoestrógenos con mayor actividad estrogénica son los cumestanos, la genisteína y el equol.
Ruta de absorción y mecanismo de acción
De forma breve, los fitoestrógenos de la dieta son metabolizados en el intestino por bacterias, algunos de ellos son absorbidos, conjugados en el hígado, circulan en el plasma y son excretados en la orina. Debido a su estructura similar a los estrógenos humanos, estos son capaces de unirse a los receptores de estrógenos (RE), en particular y con más afinidad a una subunidad de este. Los RE están presentes en diferentes tejidos como el sistema nervioso central, las gónadas, la placenta, las glándulas mamarias, el tejido óseo, el tracto gastrointestinal, pulmones… Por tanto, se ha sugerido que los fitoestrógenos pueden ejercer un efecto específico dependiendo del tejido. Además, se ha observado que pueden unirse a otros muchos receptores, por lo que podrían tener efectos no hormonales. Aún así, el conjunto de los efectos hormonales y no hormonales de los fitoestrógenos aún están por esclarecer.
¿Porqué se asocia con cáncer?
A comienzos de 1980, se sugirió que los lignanos y las isoflavonas podrían potencialmente prevenir el cáncer de mama. Esta idea condujo a un enorme número de estudios epidemiológicos, expermientales y caso-control para investigar esta hipótesis. Este papel potencial en el cáncer de mama viene por la baja incidencia en países asiáticos como China, Japón o Corea, donde la dieta es rica en productos de soja.
Algunos estudios en roedores observaron que el crecimiento y/o desarrollo de tumores era generalemente inhibido tras la administración de isoflavonas o proteína de soja, con alguna excepción. Existe muy poca evidencia clínica en la que observaron que las isoflavonas afectan positivamente a marcadores del riesgo de cáncer de mama, como la densidad del tejido mamario, la concetracion estrogénica en suero o la proliferación de células mamarias.
Además de los potenciales efectos protectores, algunos datos sugieren lo contrario. La genisteína (isoflavona) es capaz de estimular el crecimiento de células tumorales sensibles al estrógeno in vitro a bajas concentraciones y de inhibirlo a concentraciones altas. Sin embargo, estas altas concentraciones utilizadas experimentalmente eran más altas que las concentraciones fisilógicas observadas en mujeres japonesas.
Como ocurre en otras ocasiones, no existe consenso actual acerca del papel preventivo o protector de las isoflavonas en cáncer de mama.
¿Qué hay del resto de tejidos?
Como comentamos anteriormente, los fitoestrógenos son capaces de unirse a los RE, aunque también a muchos otros presentes en multitud de tejidos. En la piel, los fitoestrógenos pueden tener un efecto anti-envejecimiento a través de los RE o a través del incremento de la producción de ácido hialurónico, colágeno o proteínas de la matriz extracelular.
Los estrógenos son promotores de la formación de hueso. Se ha postulado que una dieta rica en fitoestrógenos puede prevenir la osteoporosis.
Estudios experimentales han mostrado efectos beneficiosos de estos productos en células endoteliales, células musculares vasculares o la disminución de la rigidez arterial, lo que sería beneficioso en ciertas situaciones como la ateroesclerosis. Sin embargo, ensayos clínicos han fracasado en demostrar estos efectos.
Por último, y ahora que está de moda, los fitoestrógenos son también potencialmente capaces de interaccionar con el sistema inmunológico. La genisteína puede inhibir la respuesta inmunológica antígeno específica in vivo, y la proliferación de linfocitos in vitro. Sin embargo, esta puede promover las respuestas citotóxicas mediadas por las células NK o las células T citotóxicas.
De modo que basándonos en las publicaciones existentes se puede conluir que la ingesta de fitoestrógenos tiene algunos efectos en los humanos pero como ocurre con las hormonas, estos beneficios dependerán de la dosis, de la etapa vital, del tipo de fitoestrógenos y de otros compuestos que afecten a su absorción o metabolismo.
Espero que te haya quedado un poquito más claro que papel juegan los fitoestrógenos en cáncer y en otras situaciones.
Fuentes:
– Adlercreutz H. (2002). Phyto-oestrogens and cancer. The Lancet. Oncology, 3(6), 364–373. https://doi.org/10.1016/s1470-2045(02)00777-5
– Sirotkin, A. V., & Harrath, A. H. (2014). Phytoestrogens and their effects. European journal of pharmacology, 741, 230–236. https://doi.org/10.1016/j.ejphar.2014.07.057
– Messina, M., McCaskill-Stevens, W., & Lampe, J. W. (2006). Addressing the soy and breast cancer relationship: review, commentary, and workshop proceedings. Journal of the National Cancer Institute, 98(18), 1275–1284. https://doi.org/10.1093/jnci/djj356
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